La obra cerámica de Pedro Galdon es un acercamiento al arte contemporáneo a través de la artesanía. Realiza una experimentación volumétrica mezclando arquitectura, escultura  y alfarería, siendo el desarrollo de microarquitecturas la parte más expresiva de sus piezas.

La búsqueda de la geometría arquitectónica en la materia cerámica es el leitmotiv de su trabajo. Persigue los límites en las propiedades plásticas de la arcilla, ya que este material maleable y difícil de trabajar requiere de mucha técnica y de procesos largos y precisos para su perfecto acabado. Normalmente la cerámica se muestra en formas sinuosas y redondeadas ya que la propia materia molecular permite su sustentación vertical después de pasar por el horno (jarrones, cilindros, vasos) sin embargo las formas ortogonales y sin molde son difíciles de ver. En este punto Galdon es donde empieza sus experimentaciones volumétricas, llevando la tensión molecular del barro a la misma frontera y a la transformación morfológica y geométrica del plano.

 

El vocabulario empleado es cercano al hombre, el espectador no necesita de grandes explicaciones para entender las piezas. Para ello se sirve del vínculo que el ser humano tiene con la tierra, el agua y el fuego, en definitiva al mismo proceso constructivo de la cerámica. Es un vínculo que la artesanía, lo manual y lo geológico se muestra arraigado en la misma naturaleza del individuo.

Como artista, Galdon opta por enfatizar la artesanía como respuesta a la denostación que sufre en el arte contemporáneo. Su actividad es puramente manual y artesanal, a veces con el torno cerámico y otras con el modelado, y siempre con un desarrollo artístico de escala humana. Utiliza la sencillez de la materia para dotarla de una estética desligada de prejuicios y actualizada imprimiendo una pátina poética que discurre entre lo clásico y lo futurista.

El arte de Galdon tiene sus raíces en su condición de transfronterizo, nacido en Irun y residente en Hendaye ha vivido siempre a caballo entre dos realidades bien distintas. Dos visiones del espacio que le rodea y unos límites marcados por la muga (frontera). El río Bidassoa y el agua han sido originariamente una fuente de inspiración, también elementos como los flujos, las aperturas y los cierres, los puentes aduaneros y los tránsitos de personas de ambos lados  han marcado su estética fronteriza. En este período tenía la necesidad de comenzar sus esculturas siempre con la contención del agua en un vaso (siempre realizado en el torno de alfarero) a modo de representación del Bidasoa para posteriormente adosarle elementos reconocibles de la imaginería y la arquitectura vasca también explorando las tensiones y capacidades de la materia y finalmente la anatomía del espacio (poético).

 

Actualmente las piezas que realiza no tienen la impronta originaria de la contención del agua pero sí desarrolla la pureza arquitectónica iniciada con las series “Mugak” “Meandro”, Ozeano” y “Petricor”

El equilibrio técnico se convierte en equilibrio poético en las nuevas obras.

 Galdon trabaja con series de esculturas, normalmente entre 5 y 7 unidades. Cada serie refleja unas cualidades expresivas diferentes pero con un denominador común que se enraíza en la arquitectura. Las series se plantean bajo reflexiones sobre conceptos que desarrolla bajo el título de la serie. Así por ejemplo creó “Desocupación de ciudad” sobre un texto de Jorge Oteiza, el cual escribía en “De mi desocupación del espacio” –desocupación de la ciudad, en arquitectura, en urbanismo, vaciar la ciudad para ver el cielo.

Escribía Galdon- Para ver el cielo he quitado los tejados, para sentirme resguardado he creado muros, para sentir la libertad he abierto ventanas. Conforme al escrito actuó en el desarrollo de una arquitectura que expresara la necesidad de ver el cielo desde una ciudad abigarrada y caótica.